La función de la verdad

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Hablar con la verdad no es sencillo, porque requiere que los que escuchen estén dispuestos a oir una verdad. Eso es especialemente cierto cuando la verdad nos confronta y nos incomoda. El engaño parece siempre positivo, siempre nos orgullese de lo que hacemos, pero es una venda que nosotros con agrado y cuidado ponemos para cubrir nuestros propios ojos. ¿Por qué lo hacemos? ¡Porque no nos gusta la verdad! Nos desafía a cambiar, a movernos, a innovar... y es mucho más sencillo quedarnos inmóviles en "la línea de inicio".

El famoso Denis Diderot escribió al respecto:

"Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga."

En nuestras inglesias, en nuestras casas, en nuestras organizaciones, en fin, en todas las facetas sociales, estamos pudriéndonos de adulación, de engaños y mentiras. Porque nuestros líderes tienen miedo de herir a la gente que los sigue. Pero no entienden que el engaño les causará a la larga dolor.

La función de la verdad es arrojar luz sobre la realidad para que podamos tomar medidas oportunas y efectivas. El engaño es como una capa con la que cubrimos las cosas que no nos gustan. Nuestros defectos, nuestras dudas, nuestras inseguridades. Pero no las eliminan (ni lo harán) solo nos bastamos con no verlas.

Ya es hora de que un nuevo liderazgo, empiece hablar con la verdad. No generando comodidad basada en mentiras. Sino más bien, una atmosfera de luz y verdad, que nos aliente, motive e incomode a ser mejores.

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