
Dios quiere que yo sea la mejor versión de mí mismo, no una copia de nadie. Dios me quiere mejorar, no intercambiar. Él tiene un plan único para mí; único, porque Dios no es un productor en masa, es un artista de manualidades. Para llegar a ser ese yo que Dios diseñó, tengo que tratar... más suavemente.
Muchos piensan que para agradar a Dios tengo que tratar más duro, más fuerte. Pero eso sólo nos llevará a un falso sentimiento de logro y heroísmo. A centrarnos en nosotros mismos. Sólo para darnos cuenta de que al final, nuestro esfuerzo en realidad no fue suficiente.
Al final, Dios que quiere que fluyamos en su Espíritu. No que vayamos en contra suya. Dios nos diseñó para buenas obras... y cuando fluimos en su río, nos acercamos más a su propósito. Tratando suavemente.